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“Tres escenarios posibles”

Un autor anónimo nos hace llegar sus reflexiones sobre el futuro que el vislumbra en la Argentina, que publicamos a continuación para su consideración:

Precisamos tener una idea más clara de la posible evolución de la situación del país para poder planificar acciones o ubicarnos en la escena política y social. Estamos en medio de grandes incógnitas. En ese caso, un método para clarificar la situación es la construcción de escenarios, que nos permitan acortar la distancia entre lo posible y lo probable. Ninguno será certero, pero nos permitirán contar con una base de análisis. En la construcción de estos escenarios, descartamos toda posibilidad de intento de ruptura del orden institucional. No vemos en el horizonte la posibilidad de un intento de construcción de un modelo “chavista”, porque no hay fuerza política que cuente con el poder suficiente para ello y porque suponemos que el mero intento generaría una reacción política y social que lo neutralizaría. Tampoco vemos en la fuerzas armadas ninguna vocación de volver a hacerse cargo de la conducción política del país, ni ningún sector político relevante con la voluntad de ir a “golpear a la puerta de los cuarteles”. Los escenarios posibles, entonces, serían tres.

Primero: Nada cambia…y todo se agrava.
El gobierno sigue con las mismas políticas, tanto en materia de pandemia como económica e incluso en las acciones políticas.
La pandemia sigue, con más o menos casos, sin grandes aumentos en la cantidad de testeos, con saturaciones de camas de terapia intensiva en algunos centros y en otros no, con prolongaciones más sectorializadas y menos respetadas, y una paulatina aceptación social de que la única alternativa disponible es convivir con ella.
Hay un acuerdo complicado con los acreedores pero que permite seguir adelante sin grandes riesgos de un número importante de “holdouts”. Comienza una trabajosa renegociación del resto de la deuda de jurisdicción local y otra, más complicada, con el FMI.
Sigue la emisión monetaria a niveles muy importantes y con dificultades para esterilizar más dinero. Bajan los depósitos en dólares, no aumentan mucho los depósitos en pesos hasta que se registra un fuerte aumento en las tasas que termina complicando al Tesoro por el costo de la deuda en pesos y a las empresas. Se acelera la devaluación del dólar oficial. Aumenta la presión sobre el dólar “contado con liqui” y el “blue”. Bajan sensiblemente las reservas, pero aparece un superávit comercial importante, gracias a la baja de las importaciones (por falta de demanda y por nuevas restricciones) y considerable aumento de las exportaciones agrícolas (cosecha de trigo a 21 millones de Tn, cosecha de soja normal, aunque algo en baja, fuerte aumento del precio de las exportaciones ganaderas y avícolas).
Se reanuda desordenadamente la actividad productiva, con cierre de un número importante de negocios minoristas, cuellos de botella en la cadena de abastecimientos que se resuelven paulatinamente a mayores costos de los habituales. Fuerte aumento de precios en los sectores no controlados y parálisis de oferta en los controlados, hasta que se generan excepciones para facilitar el abastecimiento de los más esenciales. Rupturas en las cadenas de pagos, convocatorias de acreedores (nueva legislación para facilitar su consolidación y liquidación). Mucha pérdida de empleo formal aún con acuerdos con disminución de salarios, y aún más en el sector informal.
El desempleo supera el 25% y el subempleo el 30%. La pobreza, método INDEC, llega al 50% a pesar de que la inflación no sube a más del 60% anual, con leve tendencia a la baja. El PBI cae en 2020 cerca del 15% y las posibilidades de un “rebote” significativo en el 2021 son limitadas.
Se mantiene la política de subsidios (AUH, IFE, planes, desempleo) con alguna disminución en el número de beneficiarios y en los montos y disminuyen las transferencias a las provincias. En algunas comienza la emisión de bonos y de “cuasi monedas”.
Se registra un cierto número de desórdenes e intentos de saqueos. Algunos intendentes del Conurbano bonaerense, de Santa Fe y de Córdoba son desbordados y surgen a la luz las desavenencias y los pases de factura. El fin de año de 2020 es de mucha tensión y obliga a una presencia inusual de las fuerzas de seguridad en la calle.
AF no acierta a tomar grandes determinaciones políticas, mantiene su Gabinete. CFK frena su exposición pública, no lanza nuevas provocaciones y concentra sus esfuerzos en tratar de mantener la lealtad de intendentes y gobernadores y en debilitar las posibilidades de que la alcancen medidas judiciales, producto de los procesos en su contra que siguen avanzando ante la indiferencia de la Corte Suprema.
El Parlamento funciona esporádicamente: con el oficialismo buscando preservar su unidad y tratando de hacer frente a algunos problemas puntuales y la oposición procurando estructurar, dificultosamente, una alternativa para llegar en las mejores condiciones posibles a agosto y octubre de 2021.

Segundo: Mismo escenario, con fuerte agravamiento de la situación social, pero sin desborde político.
Bajo condiciones y políticas semejantes a las del primer escenario, el descontento por las limitaciones de movilidad que sigue imponiendo la sobrevivencia de la pandemia, la presión inflacionaria, el elevado desempleo y la pobreza, generan una fuerte tensión social que el Gobierno no llega a resolver, dada la creciente falta de medios y de capacidad de maniobra. Apenas consigue aumentar los subsidios, pero generando más emisión sin posibilidad de esterilizarla y con el consecuente aumento de la inflación. Esto trae una escalada adicional de la pobreza y la desocupación. Se generalizan los conflictos sociales, la delincuencia adquiere importantes proporciones.
Los intendentes y algunos gobernadores comienzan a abandonar el barco. El oficialismo pierde cohesión y llega desordenadamente a las elecciones.
Entra la desesperación en el Gobierno, que sigue sin encontrar una salida coherente a la situación, y en el Instituto Patria, que comienza a evaluar diferentes alternativas ante riesgos políticos y judiciales crecientes. Massa pone un pie fuera de la coalición y comienza a tomar forma el Consejo de Gobernadores, que presiona de manera creciente, sin mayores resultados, al Gobierno. La oposición consigue estructurarse un poco mejor y se prepara para un triunfo aplastante en las elecciones de 2021.

Tercero: El segundo escenario, pero con desborde político
En este caso podemos imaginar más de una salida. El actor clave va a ser el Presidente. Lo vemos antes dos posibilidades.
a) llamado a la Unión Nacional, con una asamblea informal tipo Moncloa o la formación de un Consejo Económico y Social, más formal y con poderes amplios para influir en la política futura. Esto implicaría, también, algunos cambios tales como:
– la renuncia de los miembros más cuestionados del Gabinete (Guzmán, Ginés García, Solá, Trotta, quizás S. Cafiero);
– una fuerte injerencia de los Gobernadores en las designaciones de cargos políticos y en la conducción de la política nacional, aunque con crecientes dificultades para obtener acuerdos a medida que se acercan las fechas de las elecciones;
– la licuación del poder político de CFK y de sus aliados más próximos: Kiciloff y La Cámpora.
b) La renuncia. Esto tendrá un efecto dominó, determinará la renuncia de CFK y de la presidente provisional del Senado. Y la búsqueda, entre Gobernadores, legisladores y principales dirigentes de los partidos políticos, de una salida institucional: Asamblea Legislativa para elegir un Presidente que termine el mandato; constitución de un Gobierno transitorio que convoque a elecciones a corto plazo; recurso a la Corte Suprema para que facilite o arbitre en la búsqueda de esa salida institucional.

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